Este
mes de mayo, coincidiendo con la situación excepcional que está viviendo el
mundo entero a causa del COVID-19, Alba López, psicóloga de Mentalis
especializada en Primeros Auxilios psicológicos y Emergencias, nos va a desarrollar
un concepto muy importante a tener en cuenta en momentos de crisis: la
resiliencia.
HABÍA
UNA VEZ…
Me permito
comenzar con un cuento: “Había una vez
una hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y
sobre lo difícil que le resultaba salir adelante. Estaba cansada de luchar y no
tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y
eso le hacía resignarse y darse por vencida fácilmente.
El hortelano le pidió a su hija que se
acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó
sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una
zanahoria, en otro un huevo y en el
último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras
su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó
en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro
plato. Finalmente, coló el café.
Miró a su hija y le dijo: “¿Qué ves?”. “Zanahorias, huevos y
café”, fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las
zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara
un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le
pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma.
Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, papá?”
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma
adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La
zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua
hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al
agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de
estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo
era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.
“¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad
llama a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero
que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu
fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un
espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te
has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado
por dentro?
¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le
causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su
mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú
reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.”
En la actualidad, esa reacción
que se ilustra como el café se denomina resiliencia
y se entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las
adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas.
La vida nos enseña que nada es para siempre,
que nuestros sueños no siempre se cumplen y que no podemos aferrarnos al pasado
ni vivir suspirando por el futuro. Cuando alguien nos traiciona, cuando la
salud nos falla, cuando no podemos controlar una determinada situación o las
acciones de los demás, sólo nos queda aceptar la realidad. Para ello, es
importante recordar que cada uno de nosotros tiene su propio camino: su pasado,
su presente y su futuro.
La vida de
cada persona es diferente, por lo que nuestra visión o percepción de la
realidad también lo es.
Desde hace mucho tiempo ha llamado la
atención como algunos seres humanos consiguen superar situaciones y condiciones
adversas que en principio parecían determinantes. Sin embargo, en ocasiones hay
quien encuentra formas de superarlas e incluso convertirlas en ventajas para su
crecimiento.
Estas experiencias se han dado en diferentes
grupos, países y momentos históricos. Como referencia, Emmy Werner y Ruth Smith
estudiaron a un grupo de personas desde el nacimiento hasta los 40 años. La
investigación reveló que algunos niños que estaban aparentemente condenados a
presentar problemas en el futuro (teniendo en cuenta las condiciones de riesgo
que les rodeaban) llegaron a ser exitosos en la vida, a constituir familias
estables y a contribuir positivamente con la sociedad.
Si bien es cierto que unas personas son más
resilientes que otras, la resiliencia no
es algo que unos tengan y otros no.
La pregunta ahora es: ¿la resiliencia es una característica
que se tiene o que se aprende? La clave de la respuesta es que, de hecho, se
trata de una combinación de ambas. La resiliencia no es un estado definido y
estable, es más bien un camino de crecimiento.
Ser resilientes no significa no sentir dolor,
malestar o no encontrar dificultades ante las adversidades; la resiliencia
parte de un punto de vista realista, de la confianza de que el golpe recibido
no nos desestabilizará si le hacemos frente, lo asumimos y lo utilizamos para
mejorar nuestra vida. No podemos vivir convencidos de que no existen problemas
porque eso nos aleja de la realidad y provoca que ésta nos golpee con más
fuerza cuando decidamos volver a acercarnos a ella.
COMO
POTENCIAR LA RESILIENCIA
Cuando estamos en una situación difícil nos
sentimos alejados de nuestras metas. Para volver a acercarnos a ellas, se hace
necesario aceptar las circunstancias que no se pueden cambiar y comenzar a
trabajar sobre los aspectos que sí son modificables.
ü Se ha comprobado que uno de los factores que
favorecen la resiliencia es tener relaciones familiares basadas en la
confianza, el cariño y el apoyo. Una persona que tiene un entorno que le ofrece
apoyo y comprensión, que le ayuda a sentirse confiado, es una persona con mayor
tendencia a la resiliencia.
ü Una forma de mejorar este aspecto es cultivar
las relaciones interpersonales: llama,
pregunta e interésate por los demás.
ü Tener una visión del mundo realista. Juzgar la realidad tal cual
es, sin exagerar lo negativo ni fantasear ingenuamente, nos ayuda a entender
una situación en particular, lo cual nos da la oportunidad de encontrar de
forma más objetiva la salida o solución y así encontrar el camino al otro lado
de la situación negativa que estemos enfrentando. Ponte en modo robot y
describe las opciones realistas y objetivas que tienes en este momento.
ü Cuida tu autoestima.
Aquel que se mira positivamente y confía en sí mismo, tiene la herramienta
necesaria para plantarse frente a cualquier dificultad.
ü ¿Te suena la “inteligencia emocional”? Se trata de uno de los factores más
importantes de la resiliencia, lo cual implica el entendimiento de nuestras
propias emociones y el manejo coherente de las mismas.
ü Ponte metas,
haz planes, establece objetivos y da el paso. Tener metas es importantísimo
porque incluye la capacidad de comprometerse. Pero posiblemente, y debido a la
situación actual, todos nosotros tengamos que replantearnos algunas de nuestras
metas adaptándolas a las posibilidades del momento.
ü Aquí entra en juego la flexibilidad, que en el fondo consiste en la capacidad de
adaptarnos a las circunstancias, entendiendo que los cambios ocurren y son
parte de la vida.
En definitiva, los riesgos son una realidad,
a la cual podemos todos estar expuestos. En el caso de la pandemia global que estamos
viviendo ningún programa de prevención, ninguna política social llegará a
suprimir los riesgos y las amenazas absolutamente. Por otro lado, es importante
recordar que no existe la fatalidad o determinismo absoluto.
Frente a situaciones aparentemente sin
esperanza, tenemos la opción de encontrar y construir un camino de resiliencia.
REFERENCIAS
Rafaela
Santos, Levantarse y luchar. Cómo superar
la adversidad con la resiliencia.
Rocío
Rivero, El sentido de la vida es una vida
con sentido. La resiliencia.
Werner
EE, Smith RS. Overcoming
the
odds: high risk
children from birth to
adulthood. Ithaca: Cornell University
Press, 1992, 280.
Y
hasta aquí este interesante artículo. ¡Muchas gracias, Alba!
Nos
vemos pronto,
Mayte Moreno