¡Hola a todos! Esperando que hayáis pasado unas
reparadoras vacaciones, desde Mentalis este mes de septiembre ponemos sobre la
mesa un tema quizás un poquito complejo pero muy interesante que nos afecta a
todos en mayor o menor medida... deseo que os guste.
1. ¿QUÉ ES LA PROYECCIÓN PSICOLÓGICA?
La etimología de la palabra “proyección” viene del latín proiectio, de proficere (pro=delante y facere=hacer).
La proyección psicológica es un mecanismo de defensa
mental por el que el sujeto atribuye a otras personas las virtudes y defectos
propios. Es decir, es un mecanismo de defensa mediante el cual una persona
atribuye a otros sentimientos, pensamientos o impulsos propios que niega o le
resultan inaceptables para sí mismo. Se proyectan sentimientos, pensamientos o
deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o
ansiedad, es decir, que este mecanismo se pone en marcha ante situaciones de
conflicto emocional o bien ante sentimientos de amenaza interna o externa.
Nuestro inconsciente, a través del mecanismo de la proyección psicológica, ante
una amenaza para la propia salud y estabilidad mentales, lo que hace es
hacernos creer que el defecto sólo existe “fuera”, en la otra persona. De este
modo, nuestra mente logra, de manera aparente, poner contenidos mentales
amenazantes afuera. Estas proyecciones son válidas tanto para características
positivas (admiración, cariño,...) como negativas (odio, envidia...), de las
que hablamos brevemente más adelante.
El mundo interno tiende a teñir el mundo externo con sus
propias características. Así, por ejemplo, si nos sentimos muy alegres
normalmente miramos el mundo que nos rodea con optimismo y alegría,
expresándonos con frases tales como “hoy la vida me sonríe”, “qué día tan
feliz”. Obviamente ni el día está feliz ni la vida sonríe a nadie... estas
cualidades son realmente subjetivas y propias y somos nosotros mismos quien las
“sacamos” hacia afuera. El proceso de proyección es inherente al funcionamiento
mental humano y, por tanto, nos ayuda a sentir y pensar el mundo como algo
humanizado.
Si prestamos atención a este mecanismo podremos descubrir
que lo que vemos en los demás nos puede decir mucho de nosotros mismos, ya que
en estos casos el exterior actúa como un espejo en el que vemos reflejados
aspectos de nuestro propio ser. Veamos un ejemplo...¿Nunca os ha pasado que
conocéis a alguien que os cae muy mal y os genera un gran rechazo, sin causa
aparente? Realmente estamos ante un aspecto de nuestro propio interior que no
nos gusta, estamos mirando de frente una parte de nosotros mismos que
detestamos.
Para un buen autoconocimiento lo importante en este
aspecto que nos ocupa es darse cuenta y ser consciente que aquello que
proyectamos en los demás es realmente algo que habla sobre nosotros mismos,
aunque nos cueste admitirlo. Tal y como dijo F. Perls: “Cuando proyectamos no sabemos que estamos proyectando. Mucho menos que
seamos un proyector. Entonces, la proyección consiste en la tendencia de hacer
responsable al ambiente de lo que se origina en el Sí Mismo”.
2. TIPOS DE PROYECCIÓN
Encontramos varias maneras de clasificar la proyección
psicológica, aunque en este caso tendremos en cuenta:
-Proyección positiva. Se da cuando el
sujeto atribuye a otra persona cualidades o características positivas, como la
admiración, la idealización, el cariño, la simpatía... un ejemplo muy claro de
proyección positiva se da en los procesos de enamoramiento. Entre las funciones
positivas está la de proporcionarnos una forma de simpatizar con los demás. El requisito
sano es tener conciencia de los propios sentimientos y pensamientos en el
momento de realizar juicios de valor sobre el mundo.
-Proyección negativa. Opera ante
situaciones de conflicto o amenaza que generan ansiedad y consiste en atribuir
a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios
que resultan inaceptables para el propio sujeto. Un ejemplo ilustrativo podría
ser una proyección llamada “de rasgos propios”: imaginad la escena de una madre
gritando a su hijo de 2 años “¡eres un egoísta insoportable!”.
Por otro lado también es importante destacar la diferencia
entre proyecciones normalizadas (que operan de manera atenuada en ciertas
formas de pensamiento normales de la vida cotidiana) y proyecciones patológicas
(que operan de manera severa en ciertas formas de pensamiento patológico como
en las neurosis o psicosis). Por ejemplo, en los procesos neuróticos o en la
rigidez mental, este proceso psicológico se altera y la persona, de manera
inconsciente, asume como reales aspectos profundos personales que pone en los
demás o en las circunstancias externas. Un ejemplo de esto podría ser una
persona que se dedica de manera obsesiva a limpiar su casa, exagerando y
criticando a los demás acusándolos de sucios y descuidados cuando, en realidad,
en el interior emocional de esta persona se está viviendo una “suciedad
emocional” que proyecta al exterior. A pesar de que las personas que rodean a
este sujeto ven claramente que está exagerando y comportándose con los demás de
manera exagerada y desconsiderada, se consigue generar un ambiente hostil,
aunque la persona no se dé cuenta de nada de lo que le pasa. Los celos
patológicos, las conductas compulsivas, los pensamientos obsesivos y las
reacciones paranoicas son ejemplos de formas “enfermas” de vivir la proyección.
3. LA SOMBRA: EL DESCUBRIMIENTO DE NUESTRO LADO OSCURO.
Según el diccionario de la RAE, define “sombra” como
“oscuridad, falta de luz, proyección oscura que un cuerpo lanza en el espacio
en dirección opuesta a aquella por donde viene la luz”.
A un nivel psicológico, la sombra está compuesta por todo
aquello que hemos decidido arrojar al inconsciente en nuestro afán por evitar
el rechazo de las personas que amamos o necesitamos. Como individuos sensibles
a la opinión del otro, nos mostramos amables, educados... para lograrlo tuvimos
que desechar todo aquello que pudiera parecer vergonzoso o reprensible (a pesar
de ser parte intrínseca de nosotros mismos).
Según Carl G. Jung, la Sombra psicológica está constituida
por el conjunto de frustraciones, experiencias vergonzosas y dolorosas,
inseguridades, miedos y agresividad que se alojan en el Inconsciente del ser
humano. La Sombra contiene todo lo negativo de la personalidad que el Yo,
centro rector de nuestra parte Consciente, no está siempre en condiciones de
asumir, motivo por el cual frena la manifestación de nuestra auténtica forma de
ser.
De este modo, poco a poco se va construyendo en un rincón
oscuro en nuestro interior forjado por acumulación de represiones y rechazos.
De este modo se van desarrollando en nuestro interior, de manera simultánea, el
Ego y la Sombra, conformando nuestra personalidad, que es con la que nos
presentamos al mundo.
Imaginad que la Sombra es una reacción inversamente
proporcional al rostro que mostramos al mundo: si nos mostramos extrovertidos y
sociables, la Sombra será introvertida y reservada. Siempre que podamos incluir ambos extremos de esta dualidad en nuestras
conductas, la Sombra se asemejará más a nuestra personalidad consciente y nos
sentiremos mejor, al estar interna y globalmente más integrados... porque la
Sombra es también una parte de nosotros mismos y el hecho de reprimirla o
esconderla no hace que desaparezca.
Entonces ocurre que cuando la persona no puede asumir e
integrar esas características negativas propias en sí misma, las atribuye a los
demás, proyectando en los otros.
Hay que tener en cuenta que la sombra se hace hostil sólo
cuando es negada o desplazada por no ser comprendida, por lo que no debe
considerarse necesariamente como un enemigo. Teniendo en cuenta esta premisa,
al integrar la Sombra de manera consciente, ocurre algo muy importante: no se consigue la perfección, sino la
plenitud y la autenticidad personales.
Os recomiendo una estupenda novela que describe de manera
magistral todo lo que estamos hablando: Dr. Jekill y Mr. Hyde, del escritor
Robert L. Stevenson.
El primer paso del encuentro con la Sombra normalmente se
origina a consecuencia de una crisis personal. Es el momento de enfrentarse con
uno mismo y advierto que es un proceso difícil de realizarlo en soledad.
4. INTEGRANDO LA SOMBRA.
Quién conoce a los hombres, es hábil
quién se conoce a sí mismo, es sabio.
Quién vence a los otros, es fuerte,
quién se vence a sí mismo, es poderoso.
En este apartado daremos unas pinceladas en forma de 4
pautas para ver cómo intentar integrar la Sombra. Pero antes que nada advertir
que lo primero que hay que hacer es reconocer su existencia y aceptarla,
teniendo siempre en cuenta que el encuentro con la Sombra propia implica una
confrontación con uno mismo en todas sus dimensiones, ya que es un proceso que
requiere abrazar de igual modo la luz y la oscuridad que hay en nosotros
mismos.
¿Qué beneficios podremos obtener si conseguimos integrar
los contenidos de la Sombra?
-Autoconocimiento
y autoaceptación.
-Equilibrio
emocional.
-Liberación
(sobre todo de sentimientos de culpa y vergüenza).
-Reconocimiento
de las proyecciones que definen nuestra opinión de los demás.
-Saneamiento
de nuestras relaciones (mediante la observación sincera de nosotros mismos y la
comunicación directa).
-Desarrollo
de la imaginación creativa.
¿CÓMO ACERCARNOS A NUESTRA SOMBRA PERSONAL?
1.-Descubriendo
aspectos de la Sombra
El primer paso es descubrir bajo qué aspectos se oculta
nuestra Sombra... y esto lo podremos descubrir respondiendo a preguntas tales
como:
-¿Cuáles son
tus rasgos que prefieres mantener en secreto?
-¿Qué temas
de discusión tiendes a evitar en tus conversaciones?
-¿En qué
situaciones te pones nervioso, sensible y a la defensiva?
-¿En qué
situaciones sientes vergüenza?
-¿En qué
situaciones te sientes inferior o te falta confianza en ti mismo?
-¿Qué clase
de críticas te irritan?
Los temas que evitas, la incomodidad o una reacción
excesiva a ciertas situaciones revelan tu miedo
a exponer un aspecto vergonzoso de ti mismo, y evidencian que se acaba de tocar
una parte sensible de tu sombra.
2.-Analizar
nuestras proyecciones
Ya hemos explicado anteriormente que la proyección es un
mecanismo inconsciente que acontece cuando se activa un rasgo o una
característica de nuestra personalidad que permanece desvinculada de nuestra
conciencia. Como resultado de la proyección inconsciente percibimos este rasgo
en la conducta de los demás y reaccionamos en consecuencia. Así vemos en ellos
algo que forma parte de nosotros mismos pero que no reconocemos como propio.
Hacer una lista de las cualidades que nos desagradan de los
demás (como por ejemplo la vanidad o el egoísmo...). Una vez hecha la lista
seleccionar las características que más despreciemos... y aunque cueste de
creer, el inventario final mostrará una imagen fidedigna de nuestra propia
sombra personal.
3.-Interpretar
nuestros sueños y fantasías
Si ponemos atención a nuestros sueños y fantasías
aprenderemos mucho sobre nuestra sombra y sus contenidos. Cuando la Sombra
aparece en sueños reaccionamos ante ella con miedo o desagrado. Normalmente en
los sueños huimos de la Sombra, la evitamos, pero hay que decir que la actitud
más adecuada será la de afrontarla y descubrir qué es y qué pretende: observar
acciones, actitudes, palabras... Ya que la Sombra encarna dimensiones de
nuestro ser que podrían ser conscientes, su conocimiento constituye un
yacimiento muy provechoso para nosotros mismos.
4.-Aceptar
nuestro lado oscuro
Se afirma que el poder integrar nuestra Sombra acaba
reduciéndose a una cuestión de amor y aceptación. Amarse a uno mismo no es una
tarea sencilla, ya que eso implica amar TODO lo que hay en nosotros. Es por
este motivo que la atención prestada a nuestras facetas más oscuras forma parte
del proceso de sanación.
Mayte Moreno
www.mentalis-psicologia.com